martes, 1 de diciembre de 2015

El antecedente vanguardista

José Juan Tablada 

(Coyoacán, México, 3 de abril, 1871-Nueva York, Estados Unidos, 2 de agosto, 1945)

A José Juan Tablada siempre se le ha reconocido un lugar prominente en la literatura mexicana como escritor de vanguardia, por su carácter constantemente abierto a lo nuevo.   
       Tablada fue de los primeros en importar el decadentismo baudelaireano y en ejercer su defensa pública. Fue cultivador temprano de la poesía ideográfica y del simultaneísmo e introductor del haikú en la poesía de nuestra lengua. Cuando a principios de los años veintes se inició la "explosión de las vanguardias" en Latinoamérica, Tablada ya había atravesado el modernismo e incursionado en la experimentación formal y en la renovación temática que estos movimientos perseguían. Con un estilo propio y una personalidad literaria consolidada. Tablada ya no necesitaba de gestos de ruptura: había sido dandi, frecuentado los "paraísos artificiales", desafiado a la burguesía y participado en las batallas con las que el modernismo se abrió paso en la literatura mexicana. En el momento en que los vanguardistas reclamaban la necesidad de apertura propia de un espíritu cosmopolita, Tablada no sólo ya había sido parisino y nipón de espíritu —como lo dictaron el galicismo y el exotismo de la época— sino que había estado en Japón, París, La Habana, Caracas y, finalmente, Nueva York, donde residió de 1920 a 1936. Asimismo, también se encontraba incursionando en la contraparte de este énfasis cosmopolita. La revisión de lo nacional a través de la lente de la modernidad se reflejaría en su "novela americana", La resurrección de los ídolos (1924), en La feria (poemas mexicanos) (1928), en sus actividades como promotor cultural de México en Nueva York y, especialmente, en la labor periodística que desempeñó desde la metrópoli estadounidense, enviando noticias, a través de sus crónicas, de los acontecimientos en la gran urbe.

Haikús
Durante su viaje a Japón en el año de 1900, como corresponsal de la Revista Moderna, Tabladanenvió crónicas a dicha publicación, en las que tocaba temas como  el refinamiento de las costumbres niponas y los detalles naturalistas de su sensibilidad plástica. De ahí que a su regreso a México comenzará a adaptar al español la estructura poética conocida como haikú. Rodolfo Mata, quien desarrolla su trabajo en el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas, comentó en entrevista que “El japonismo de Tablada es todo un tema que se concretizó no sólo en los haikús sino en dos libros de prosa: Hiroshigué: el pintor de la nieve y de la lluvia, de la noche y de la luna (1914), biografía lírica al estilo hermanos Goncourt, y En el país del sol (1919), serie de crónicas, algunas correspondientes a su viaje al Japón en 1900. Con La feria. Poemas mexicanos (1928), su último libro orgánico, José Juan Tablada también participó en la promoción del entonces emergente nacionalismo revolucionario, otra vena estética importante.
      Respecto al haikú, lo que hizo José Juan Tablada fue que “aclimató” este tipo depoema, le dio el brillo del trópico, lo mexicanizó, incluyó en el sandías, guanábanas, pericos, jaguares, y coyotes. También lo volvió narrativo. De ahí que, paralela a los subtítulos de libro Poemas sintéticos y Disociaciones líricas, en El jarro de flores hay una sección titulada Dramas mínimos. Un ejemplo ahí es Heroísmo:
Triunfaste al fin perrillo fiel
Y ahuyentado por tu ladrido
Huye veloz el tren…


La pajarera
Distintos cantos a la vez; 

La pajarera musical 

Es una torre de Babel.

Caligramas
En Li-Po y otros poemas se recogen y amplían los juegos y experimentos de Calligrammes de Apollinaire. Tablada combina dibujo y palabra, línea y fascinación verbal, y rinde homenaje al famoso poeta chino Li-Po (701-762) que, según la leyenda, murió en un lago cuando intentaba atrapar la luna que se reflejaba en sus aguas. Prototipo de bohemio amante de los placeres mundanos, el verso se vuelca sobre todo lo que representa el lado lúdico de la realidad, la representación plástica de los objetos y la percepción intuitiva (y poética) del alma que los habita.



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